28.10.15

El verano de los juguetes muertos, de Tony Hill

Hace mucho tiempo que no pienso en Iris ni en el verano en que murió. Supongo que he tratado de olvidarlo todo, de la misma forma que superé las pesadillas y los terrores de la infancia. Y ahora, cuando quiero recordarla, a mi mente sólo acude el último día, como si esas imágenes hubieran borrado todas las anteriores. Cierro los ojos y me traslado a aquella casa grande y vieja, al dormitorio de camas desiertas que esperan la llegada del siguiente grupo de niños. Tengo seis años, estoy de campamento y no puedo dormir porque tengo miedo. No, miento. Aquella madrugada me porté como un valiente: desobedecí las reglas y me enfrenté a la oscuridad sólo por ver a Iris. Pero la encontré ahogada, flotando en la piscina, rodeada por un cortejo de muñecas muertas.

Así comienza El verano de los juguetes muertos, novela negra inspirada en las calles de Barcelona y que tiene como protagonista a Héctor Salgado, un inspector de los mosso d'esquadra nacido en Argentina pero con residencia en España desde hace veinte años.

Toni Hill
El verano de los juguetes muertos es la ópera prima del barcelonés Toni Hill, licenciado en psicología y con una amplia carrera como traductor literario. En 2011 es cuando decide dar el salto con esta novela, la cual se convierte en la primera de una trilogía: Los buenos suicidas y Los amantes de Hiroshima son los dos títulos que la siguen.

Una vez hecha las presentaciones, he de decir que la novela policíaca nunca me ha llamado mucho la atención. Quizá sea por eso que he tardado tanto en terminarme el libro (o tal vez fue simple falta de tiempo, que últimamente parece que las horas vuelan). Pero a pesar de la tardanza en la lectura y el poco amor a la temática, no puedo decir que me defraudase del todo.

Los dos aspectos que mas me gustaron del libro fueron, primero lo descriptivo que es a la hora de hablar de lugares, con una gran facilidad para trasladarte a las calles de la ciudad Condal incluso aunque no hayas estado nunca. Y segundo, un final inesperado, tanto por la resolución de un accidente que no lo fue, como por el epílogo que te invita sin disimularlo a leer la segunda parte.

Tiene un prólogo y un epílogo que responden a los nombres de "ayer" y "hoy", y entre medias un total de 41 capítulos que se que se dividen en cinco bloques, cinco días de la semana que van del miércoles al domingo. Esto le da un gran rasgo de realidad al libro, pareciendo que las cosas están ocurriendo ahora mismo, mientras lo lees. Mi fallo tal vez fue alargar su lectura durante meses, cuando es un libro que perfectamente se puede leer en una semana: ayer, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo y hoy.

Con un narrador omnipresente pero respetando a los personajes. Cada capítulo corresponde a lo que un personaje está viviendo en ese momento, y de ello no se entera un segundo personaje hasta que el primero le cuenta lo sucedido. Todo ello hace que el libro parezca un capitulo de El comisario, de esos largos que había porque el caso central aún no se había resuelto.

Y es que eso parece el libro, una serie, puesto que aparte de un gran tema central (Iris, el asesinato de Marc Castells, y pederastia), cada personaje tiene sus propios problemas que también se ven reflejados en la obra y que en cierto modo afectan al caso principal, como el divorcio de Salgado y su suspensión por agredir a un sospechoso, o las preocupaciones de la compañera de Héctor, Leire Castro. Hill sabe darle a cada personaje el protagonismo que precisa en cada momento, y eso es un plus para El verano de los juguetes muertos.

No puedo terminar la entrada sin hacer mención a uno de los capítulos que más me impactaron, que de lo descriptivo que es me dejó mal cuerpo. Es el capítulo 37, que pertenece al domingo, el día en el que todo el caso sobre Marc Castells se resuelve. Aquí la hermana de Iris, Inés, les lee una carta escrita por la primera a los inspectores Salgado y Castro y a la madre de Marc. En ella Iris describía lo que había vivido en sus últimos campamentos y empezaba la carta así: Mi nombre es Iris y tengo doce años. No llegaré a cumplir los trece porque antes de que acabe el verano estaré muerta. Pero lo más impactante de la carta no es eso. En ella describe como uno de los cuidadores del campamento abusaba de ella, una descripción que en palabras de una niña de doce años parecen inocentes, pero que esconden una crudeza y una repugnancia enorme. Una carta que me hizo odiar al ser humano, que me hizo odiar al hombre, y que me hizo odiar a Toni Hill por escribir algo así, tan bien redactado y tan asqueroso. Una carta que merece ser leída por todos, incluso aunque no se lean el libro, por ello probablemente lo escriba y publique posteriormente en el blog,

En resumidas cuentas, pienso que El verano de los juguetes muertos es una novela negra que a todo fan del género encantará, y que incluso para aquellos que sientan un poco de curiosidad por lo policíaco les animará a entrar en esta temática.



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